Nadar con el corazón
Aquí tenéis una bonita historia de superación personal ,que a mas de uno nos tendría que hacer reflexionar y no quejarnos tanto por cosas sin importancia.
Por Laura Sepúlveda Velázquez
Su mirada fija en el océano Pacífico lo decía todo. Las lágrimas en sus ojos transmitían lo que había soñado y que estaba a punto de hacer realidad. Es Ana Laura Morales López, de siete años, a quien circunstancias de la vida la dejaron sin movilidad en la parte inferior de su cuerpo desde los tres años y que desde hace cuatro encontró en el agua a su mejor aliada. Por ello acude a nadar dos veces por semana por lapsos de 30 minutos.
Al recibir la propuesta de ir a nadar en el mar, de parte de su entrenador Francisco Lara, quien desde hace 24 años atiende a niños con discapacidad, no lo pensó dos veces y a pesar de saber de las complicaciones que podrían existir, asumió el reto de nadar y recibió el total apoyo de sus padres.
La competición fue más que emotiva. Ana Laura, acompañada de su entrenador, subió a la lancha con el resto de niñas que realizarían la travesía. A 200 metros de la orilla fueron bajadas de la embarcación para iniciar la competencia, consistente en nadar hasta la orilla. Fue justo ahí cuando comenzó la historia de la pequeña niña, que con su ejemplo se ganó el corazón de todos los asistentes.
Junto a Paco, como ella le llama, comenzó su recorrido. Él estaba ahí para acompañarla, animarla y ayudarla en caso de ser necesario. Llegaron a la orilla. El rompimiento de las olas no fue obstáculo para que Ana Laura cambiara su decisión. Ella no quiso ser cargada hasta la meta, ubicada a algunos metros del agua. Decidió llegar hasta la misma con el impulso de sus brazos y la fuerza que da la ovación de decenas de personas que no dejaron de reconocer su esfuerzo.
Al llegar a la meta, un abrazo de sus padres, Laura y Abraham, fueron el mejor reconocimiento, junto con la medalla que da testimonio de su hazaña.
Las lágrimas de emoción en el inicio de la competencia, se transformaron en una enorme sonrisa, capaz de iluminarle el día a cualquiera. Ella está feliz. Asegura que le gustó mucho nadar en el mar y quiere regresar.
Ana Laura fue la campeona del Festival del mar ABH 2012, ya que con su actitud demostró que cuando el corazón y las ganas son más grandes que una limitación física, no hay imposibles.
Al recibir la propuesta de ir a nadar en el mar, de parte de su entrenador Francisco Lara, quien desde hace 24 años atiende a niños con discapacidad, no lo pensó dos veces y a pesar de saber de las complicaciones que podrían existir, asumió el reto de nadar y recibió el total apoyo de sus padres.
La competición fue más que emotiva. Ana Laura, acompañada de su entrenador, subió a la lancha con el resto de niñas que realizarían la travesía. A 200 metros de la orilla fueron bajadas de la embarcación para iniciar la competencia, consistente en nadar hasta la orilla. Fue justo ahí cuando comenzó la historia de la pequeña niña, que con su ejemplo se ganó el corazón de todos los asistentes.
Junto a Paco, como ella le llama, comenzó su recorrido. Él estaba ahí para acompañarla, animarla y ayudarla en caso de ser necesario. Llegaron a la orilla. El rompimiento de las olas no fue obstáculo para que Ana Laura cambiara su decisión. Ella no quiso ser cargada hasta la meta, ubicada a algunos metros del agua. Decidió llegar hasta la misma con el impulso de sus brazos y la fuerza que da la ovación de decenas de personas que no dejaron de reconocer su esfuerzo.
Al llegar a la meta, un abrazo de sus padres, Laura y Abraham, fueron el mejor reconocimiento, junto con la medalla que da testimonio de su hazaña.
Las lágrimas de emoción en el inicio de la competencia, se transformaron en una enorme sonrisa, capaz de iluminarle el día a cualquiera. Ella está feliz. Asegura que le gustó mucho nadar en el mar y quiere regresar.
Ana Laura fue la campeona del Festival del mar ABH 2012, ya que con su actitud demostró que cuando el corazón y las ganas son más grandes que una limitación física, no hay imposibles.
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